jueves, 12 de junio de 2008

Ocho de cada diez consumidores no saben cuáles son sus derechos

Surge de una encuesta en todo el país. Lo que hay que saber para reclamar.

Ocho de cada diez consumidores no saben que en lugar de aguantarse la bronca tienen leyes que los defienden. No saben que esos derechos son parte de una norma que ya tiene 15 años. Tampoco saben que hace dos meses el Congreso aprobó una veintena de artículos de esa ley para resolver conflictos más actuales entre usuarios y empresas.

Después de más de tres años de discusión, los legisladores acordaron modificaciones que brindan más herramientas para enfrentar abusos. Algunos de esos cambios son: la extensión de tres a seis meses el plazo de las garantías de electrodomésticos o ropa; el derecho a pedir la baja de un servicio que se contrató por teléfono o por Internet mediante el mismo medio; y la posibilidad de reclamar una multa por daño (antes iba a as arcas del Estado) de hasta unos 5.000 pesos en caso de un artículo defectuoso o un servicio que no cumplió con lo prometido.

Pero a pesar de estos avances, una encuesta realizada por D'Alessio Irol para Clarín indica que el 79% de los consumidores no tiene conocimiento de los derechos que les otorga la Ley de Defensa del Consumidor, 24.240, y de sus modificaciones, la 26.631. El trabajo se hizo los días 4,5 y 6 de junio sobre un universo de 487 personas de todo el país, a través de encuestas telefónicas y online.

Los expertos consultados por Clarín coinciden en que la gente no conoce estas herramientas porque falta mayor difusión por parte del Estado. "La ley es buena pero falla la implementación", asegura Pablo Chamatrópulos, del Centro de Orientación, Defensa y Educación del Consumidor (CODEC).

"Son pocos los consumidores que acceden a la ley --agrega-- comparados con la cantidad de abusos que existen a diario en el mercado. Peor es el diagnóstico en cuanto al rol del Estado: salvo algunas excepciones, a duras penas los organismos oficiales se dedican a conciliar los casos que reciben".

Con la reforma también se aumentó diez veces el tope máximo de multas que el Estado puede aplicar a las empresas que cometen infracciones: ahora es de $ 5.000.000, antes era de $ 500 mil. Pero para Chamatrópulos "en más de 10 años de aplicación de la ley la autoridad nacional no aplicó ni siquiera la mitad del máximo. Apenas registramos dos antecedentes de multas de $ 500 mil".

Daniela Hacker, autora del blog noticiasdeconsumo.com, destaca que con esta modificación, los consumidores tienen la opción de reclamar por servicios públicos en los organismos de Defensa del Consumidor. "Esto es fundamental, debido a que los entes reguladores (por ejemplo la CNC, la Comisión Nacional de Comunicaciones), resultaron ineficaces para dar pronta respuesta a los usuarios".

Horacio Bersten, coordinador jurídico de la Unión de Usuarios y Consumidores, explica que para proteger a los consumidores "el Estado debe brindar información masiva y realizar un control real y efectivo: la información no se ofrece y el control brilla por su ausencia. Es obvio que en estas condiciones no hay protección adecuada".

La diputada Patricia Vaca Narvaja, ex subsecretaria de Defensa del Consumidor y una de las principales promotoras de la reforma, afirma: "La Nación, las provincias, los municipios y también las asociaciones de consumidores son los responsables de la aplicación de esta ley, que es una herramienta espectacular para la gente".

Pero lo cierto es que la Subsecretaría de Defensa del Consumidor estuvo casi un año sin titular. Hace unos días asumió María Lucila "Pimpi" Colombo, quien deja la presidencia del Consejo Nacional de la Mujer. "Esperamos que asuma su cargo cabalmente y proceda a controlar. Mientras tanto el único control real de las empresas que cometen excesos es el que realizan las asociaciones de consumidores", concluyó Bersten.

Fuente: Diario Clarin

miércoles, 11 de junio de 2008

EL INDEC PRESENTO LOS CAMBIOS METODOLOGICOS EN EL INDICE DE INFLACION


LOS PRECIOS SUBIERON 0,6 POR CIENTO EN MAYO. El IPC es nuevo, la polémica la de siempre.

El debut del indicador no despejó las dudas del último año y medio. El Indec dio una escueta explicación de los cambios. No informó cuánto habría sido la inflación con el IPC anterior ni cómo evolucionan los precios de los alimentos.

Si el Indec quería recuperar credibilidad con el nuevo índice de inflación, el informe que entregó ayer ayuda poco. Más bien, confirma la línea del último año y medio de no explicar las razones de los cambios. Como no existe fundamentación de los criterios, la apariencia es que se cometen arbitrariedades para ocultar la verdadera evolución de los precios. El remozado IPC arrojó en mayo un alza de 0,6 por ciento. La Canasta Alimentaria, en tanto, bajó 1,7 (ver aparte). El organismo no publicó cuánto habría sido la inflación con el índice anterior –habría arrojado 1,2 por ciento, según pudo saber PáginaI12 de fuentes allegadas al Indec–, el cual desapareció sin que se aplicara ningún mecanismo de empalme de las series. A partir de ahora, tampoco se detallan más los precios de unos sesenta alimentos, como se hacía desde 2002.

Con esta nueva base, el Indec determinó que el rubro Alimentos y bebidas aumentó sólo 0,1 por ciento en mayo, con una caída de 0,6 en alimentos para consumir en el hogar. Dentro de ese ítem, el organismo registró una baja de 4,5 por ciento en el precio de la carne. En contrapartida, detectó subas de 1,4 en lácteos y huevos, 2,1 en panificados, 2,9 en frutas y 3,1 en bebidas alcohólicas. El mayor incremento se dio en el rubro Educación, con 3,7 por ciento, a causa de los aumentos de las cuotas en los colegios privados, del 4,3. La indumentaria aumentó 1,2 por ciento, mientras que en Atención médica se observó un salto de 1,1 y en Transporte y comunicaciones, del 1. Por el persistente aumento de los alquileres (1,5), el rubro Viviendas exhibió un avance de 0,7 por ciento. En lo que va del año, el IPC subió 4,0 por ciento, mientras que en doce meses trepó a 9,1.

El Indec concretó el anunciado cambio metodológico en la elaboración del IPC, pero no entregó información vital para saber cómo queda: cuál es la nueva canasta de bienes y servicios, cuáles son sus ponderaciones, cómo operan las canastas móviles, por qué se quitaron determinados bienes y servicios de la medición y se dejaron otros, por qué se tomó sólo el mes de abril para establecer la nueva base en lugar de un período de un año y cómo se ajustarán las series. Este diario buscó respuestas en el organismo, pero no consiguió siquiera ser atendido. El informe de apenas siete carillas que difundió el Indec deja todos esos interrogantes.

Por ahora, lo que se sabe es que el IPC ya no registra qué pasó con los precios en las rotiserías, restaurantes, infusiones y condimentos. En el rubro Indumentaria, se dejaron de relevar los precios de accesorios (bijouterie, cinturones, carteras), telas, hilados y artículos de mercería, confección (sastre) y reparación de ropa. En Vivienda y en Equipamiento del Hogar se excluyeron del IPC el costo de las expensas, el salario del servicio doméstico y los aranceles de plomeros, gasistas y demás personal encargado de reparaciones. No hay más desagregación de los costos de medicamentos y prepagas, aunque las autoridades del Indec dijeron que sí se continúan midiendo. Tampoco se desagrega la información en Transporte ni en Otros Bienes y Servicios, adonde antes figuraban cigarrillos, artículos de tocador y servicios para el cuidado personal, entre otros. En Esparcimiento, desaparece la estimación de precios de equipos, conexiones y servicios de audio, televisión y computación, juguetes y artículos para el deporte, flores y plantas.

La canasta de bienes y servicios que antes de estos cambios incluía 818 variedades ahora quedó en 440. La explicación que dieron las autoridades del Indec en un seminario a comienzos de mayo fue que la media histórica en Argentina osciló entre 400 y 500 productos, mientras que en la convertibilidad se llegó a esa cifra de 818 para incluir bienes importados cuyos precios eran más bajos que los de producción local. Al ampliar tanto la base, dijeron, se disimulaba la inflación. Ahora, en cambio, se busca representar el patrón de consumo del 70 por ciento de la sociedad, excluyendo gastos suntuarios de clase media alta y alta, como flores de Colombia o viajes al Caribe.

Para algunos analistas, la nueva canasta quedó demasiado limitada, ya que es incluso más chica que la que regía en 1988, con 526 productos. “Con todos los bienes y servicios que se incorporaron en las últimas dos décadas, no puede ser que la canasta actual sea más reducida que la de entonces”, advirtió Ricardo Delgado, de Ecolatina. También objetó que se excluyan gastos típicos de clase media como la compra de comida en rotiserías y restaurantes, y que no se sepa qué ocurre con el precio de la nafta, en momentos en que el petróleo se encarece día a día.

El Indec actualizó la base con los datos de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares de 2004/ 2005, en reemplazo de la que se venía utilizando hasta ahora, de 1995/1996, y también con información de otras fuentes, como organismos públicos y cámaras empresarias. Así lo señala en el parte de prensa que entregó ayer, en una “nota metodológica” de apenas 21 líneas. Según la interpretación oficial, este cambio permite un cálculo más certero de la inflación que afecta al grueso de la población de acuerdo con su actual estructura de consumo. Ahora los bienes representan el 62 por ciento de la muestra, mientras que antes significaban el 53 por ciento, mientras que los servicios pasaron del 47 al 38 por ciento.

Fuente: Página12 / Por David Cufré


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